Los Créditos de Carbono como terreno fértil para el sector agrícola

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11 Abr Los Créditos de Carbono como terreno fértil para el sector agrícola

Descubra por qué la agroindustria se ha convertido en un actor fundamental para mitigar los efectos climáticos

La regulación del mercado de carbono se inició en 2015, cuando se incorporó al Acuerdo de París, y sus últimos detalles se acordaron durante la Conferencia sobre Cambio Climático (COP26) de noviembre de 2021. El principal objetivo es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a evitar que el calentamiento global supere los 1,5°C en los próximos años. Aunque se habla mucho de “carbono” por ser el GEI más emitido por la acción humana, el término correcto a utilizar es “carbono equivalente” (CO2eq), ya que engloba a cualquier otro GEI, como el metano (CH4), óxido nitroso (N2O) y otros.

Desde hace algún tiempo, Brasil ha estado discutiendo la creación de un mercado de carbono regulado, en el que los créditos podrían venderse a países que necesitan cumplir objetivos obligatorios de reducción de emisiones. Los expertos señalan que Brasil tiene un potencial de miles de millones de dólares para convertirse en un exportador de créditos de carbono. Un estudio encargado por la Cámara de Comercio Internacional (ICC Brasil) a WayCarbon corrobora esta expectativa, indicando que el país podría generar alrededor de 100 mil millones de dólares en ingresos a partir de créditos de carbono hasta 2030, con énfasis en oportunidades en los sectores agrícola y energético. Además de ser signatario del acuerdo sobre el metano, Brasil se compromete a eliminar la deforestación ilegal para 2028 y neutralizar sus emisiones para 2050. La agricultura es uno de los principales ejes para alcanzar estos ambiciosos objetivos.

A lo largo de las décadas, Brasil ha ganado reconocimiento mundial debido a su experiencia en prácticas de conservación y el potencial de su sistema agrícola. Estas características se destacan aún más cuando consideramos la capacidad del sector agrícola para convertirse en carbono positivo, contribuyendo a la eliminación neta de carbono de la atmósfera. Esta perspectiva ofrece una importante oportunidad para que el sector se adapte a nuevas necesidades y desempeñe un papel crucial en la mitigación del cambio climático.

Si bien las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con la agroindustria son significativas, existen prácticas y enfoques disponibles para compensar estas emisiones e incluso generar un saldo negativo neto, lo que resulta en una mayor absorción de carbono que las emisiones. Esto significa que el sector agrícola no sólo puede reducir sus propias emisiones, sino también contribuir positivamente a eliminar carbono de la atmósfera.

Para lograr este objetivo, además de reducir las emisiones donde sea posible, es fundamental adoptar prácticas sostenibles que fomenten la captura y el almacenamiento de carbono en el suelo. Entre estas prácticas destacan la agroforestería, la agricultura regenerativa, el manejo sostenible de pastos, la reforestación y la restauración de ecosistemas. Al implementar estos procedimientos, además de reducir las emisiones, es posible mejorar la salud del suelo, preservar la biodiversidad y aumentar la resiliencia del sistema agrícola, todo ello sin comprometer la productividad.

Además, es fundamental considerar el uso de fuentes de energía renovables, como la instalación de paneles solares en propiedades rurales, la adopción de tecnologías más eficientes, como sistemas de riego por goteo y el manejo preciso de fertilizantes, que ayuden a minimizar las pérdidas. y optimizar el uso de estos recursos, resultando en una reducción de emisiones.

A modo de ejemplo, un estudio de Embrapa Arroz e Feijão en Goiás comparó el sistema de integración de cultivos y ganadería (ILP) con el sistema de sucesión de cultivos de cereales (soja-maíz) en relación con la acumulación de carbono en el suelo. El sistema ILP, especialmente con siembra directa, mostró un aumento significativo en la acumulación de carbono en comparación con los sistemas de sucesión de cultivos, con tasas de acumulación entre 0,60 y 0,90 toneladas por hectárea por año.

Aunque todavía no existe un mercado regulado para los créditos de carbono en Brasil, los productores rurales pueden generar estos créditos mediante la implementación de prácticas sostenibles que resulten en la reducción de las emisiones de GEI a la atmósfera. Estos créditos, una vez validados, pueden negociarse y venderse en el mercado voluntario, brindando una oportunidad de ingresos adicionales a los productores.

Sin embargo, es importante resaltar que lograr la neutralidad o convertirse en carbono positivo requiere esfuerzos integrales y un enfoque sistémico. Cada finca y cadena de suministro agrícola tendrá desafíos y oportunidades específicos, y las prácticas y estrategias deberán adaptarse a las circunstancias locales.

El camino para que la agroindustria sea baja en carbono implica una combinación de prácticas sostenibles, innovación tecnológica, monitoreo riguroso de las emisiones e inversiones en proyectos de compensación de carbono.

Aunque es un desafío complejo, la agroindustria juega un papel crucial en la transición hacia una economía baja en carbono y en la mitigación de los efectos del cambio climático. El sector agrícola brasileño tiene una oportunidad única de consolidarse como una fuerza positiva en esta lucha, agregando valor a sus productos y satisfaciendo la creciente demanda mundial de producción sostenible.

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